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Por Katerine Albornoz
Actualmente, reconocemos como parte de nuestro legado histórico-cultural la actividad económica conocida como Textilería. Existen diferentes investigaciones antropológicas, etnográficas y arqueológicas que resaltan su importancia en el desarrollo social, religioso, político y cultural. Sin embargo, ¿qué sabemos de esta actividad y las técnicas empleadas? En esta oportunidad, profundizaremos en una de las técnicas empleadas en la época prehispánica y su presencia en nuestra actualidad: nos referimos a la técnica del telar de cintura.
Es el proceso de producción textil vinculado a las sociedades prehispánicas hasta la actualidad, con el propósito de realizar prendas de vestir (vestidos), mantos, objetos textiles como almohadas, entre otros, de manera artesanal. Comienza con la selección y procesamiento de la materia prima, seguido de la elaboración del hilo para la tela. Posteriormente, se ordenan los hilos para emplear la técnica del telar (Bastiand Atto, 2000; Buitrón, 2000; Carmona, 2006; Quevedo, 2015; Manrique, 1999) .
El textil tiene dos componentes destacados: el proceso de trabajo que conlleva su elaboración y toda la tecnología desarrollada para ello. Además, es un medio de construcción de la identidad, ya sea colectiva o individual, de grupo étnico, de una región y otros. Esto nos permite identificar la procedencia, filiación cultural, estatus social y económico (Bubba, 2013).
El telar es un instrumento compuesto por uno o varios elementos dispuestos para mantener tensos los hilos de urdimbre. Los primeros telares empleaban las ramas de los árboles para sujetar los hilos y tensarlos colocando pesas (ver figura 1). Con el paso de los años, la estructura se adaptó en función del tejido deseado, entre otras consideraciones. Se tienen registros de dos tipos de telares: horizontales y verticales.
Se ha encontrado evidencia de su uso en Egipto, Grecia, Escandinavia, Norteamérica, entre otros lugares. Este telar está conformado por dos maderas fijas dispuestas horizontalmente y sostenidas por dos postes. En algunos casos, solo se dispone de una viga horizontal en la parte superior, y en la inferior se tensan los hilos con pesas de piedra (ver figura 2 y 3). El tejido se realiza desde la parte superior hacia la inferior (Muskus de Ovalle, 1981).
Dependiendo de la forma en que se ejerce tensión en los hilos de urdimbre, tenemos dos tipos de telares horizontales: telar de cintura y cuatro estacas.
Este tipo de telar se emplea hoy en día en diferentes países, como México, Perú, Guatemala, Ecuador, Bolivia, entre otros. Consiste en dos vigas de madera dispuestas horizontalmente en el extremo superior e inferior. La viga superior se ata a un punto fijo, como un tronco o una estaca, y en el extremo opuesto se amarra con una banda a la cintura del tejedor (ver figura 4). Es un telar liviano y sirve para elaborar diferentes estructuras complejas (Awaspan, 2006).
Este telar está compuesto por dos vigas de madera colocadas paralelamente y sujetadas cerca del suelo, amarradas a cuatro estacas (ver figura 5). Se disponen los hilos de urdimbre entre las vigas de madera, y la longitud de la urdimbre dependerá de la distancia entre ambas maderas colocadas (Solanilla, 2009).
Con la llegada de los españoles, se introdujo un nuevo telar, el de pedal, que al final fue incorporado a los mencionados anteriormente (cultura, 2016).
Nos hemos basado en la información en la evidencia arqueológica y etnohistórica peruana de los telares. Sin embargo, es importante mencionar que hay más variedades de telares, como el telar trípode usado por los nativos de África.
En la mayoría de los telares mencionados se emplean instrumentos que cumplen la misma función (Mincetur, 2007).
A: Es la estructura tensada de hilos de urdimbre entre dos varas de madera, llamada telar o cungalpo.
B: Es la faja o cinturón que emplea el tejedor para tensar los hilos, denominada como "cinto," "cargadora," o "siquicha."
C: Son los ovillos de lana.
D: Es un fragmento de caña que se sujeta al hilo separador, llamado uño.
E: Es un fragmento de caña o madera empleado para ajustar la trama, conocido como "espada," "calhua," o "quide."
F: Son estacas en caso de emplear otro tipo de telar.
Estos instrumentos son necesarios para realizar un tejido, aunque no son los únicos elementos que forman parte del telar.
Como hemos podido observar, la técnica del telar es una práctica que proviene desde tiempos prehispánicos y, con el devenir de los años, ha ido adaptándose a las diferentes sociedades hasta el presente. En la actualidad, esta técnica está siendo olvidada poco a poco, y pensando en promover su difusión y conocimiento, se entrevistó a una artesana textil con 19 años de experiencia en esta labor, la señora Diana Silva.
KA: ¿Cómo aprendió a tejer en telar de cintura?
DS. En mi niñez, vivía en Molino Cajanleque, y a los 13 años nos mudamos a Farias. A esa edad, no me interesaba mucho la artesanía o el tejido, pero mi mamá siempre estuvo vinculada con el tejido, ya sea en crochet, a palillo y telar, desde su infancia. Yo crecí viéndola tejer. Mi interés surgió cuando tuve mis hijos, ya que quería tejerles algo. Con esa experiencia, seguí practicando el tejido. Luego me involucré con algunas vecinas y amigas de la comunidad para asistir a ferias, como la fiesta patronal del distrito de Chocope. Empezamos a capacitarnos con el apoyo de diferentes instituciones, y vimos que podríamos generar ingresos vendiendo productos tejidos. Los turistas también mostraban mayor interés por los tejidos elaborados en el telar. Mi mamá sabía tejer en telar de cintura, y ella nos enseñó a un grupo de señoras que venían de diferentes lugares como Chota – Cajamarca.
KA: Siendo artesana textil, ¿cómo cree que ha repercutido en su vida?
DS: Vimos la posibilidad de trabajar en algo que nos gustaba, y en estos años de intensa labor, nos hemos vuelto conocidas. Hoy en día podemos competir en precios. Cuando empezamos, las mujeres dependían de sus esposos, pero gracias a este trabajo, se sienten más seguras, con una mejor autoestima y motivadas a crecer, organizarnos y capacitarnos. Además, antes sus esposos veían que venir al taller era como una pérdida de tiempo, pero cuando comenzaron a ver que se podía generar ingresos y que ahora podemos aportar al hogar y mejorar la calidad de vida, reconocieron nuestro trabajo.
KA: Desde su experiencia, ¿por qué cree que el trabajo artesanal textil no se practica con mayor frecuencia?
DS. Además de ser nuestra herencia cultural, es un trabajo. Aplicamos técnicas que provienen de la sierra y que requieren tiempo para ser realizadas. Por ejemplo, para elaborar una bolsa con una de estas técnicas, se demora una semana, sin considerar los materiales necesarios para su elaboración, y las artesanas también desempeñan otras labores, como la maternidad. Imagina el precio que debería tener si consideramos la labor diaria de la artesana. Esto ha llevado a que hayamos perdido a varias buenas artesanas. Competimos constantemente con el poco valor que se les da a los productos textiles, siendo este el principal motivo de la escasa práctica de este trabajo.
Como hemos observado, la práctica textil en el Perú tiene una larga historia como actividad económica, social y religiosa, por lo que no es sorprendente que todavía se practique en la actualidad. Sin embargo, es válido preguntarnos cuánto tiempo más podremos seguir admirando y aprendiendo de estas antiguas prácticas. Considerando la conversación con la Señora Diana, el trabajo artesanal no recibe el reconocimiento y valor que merece por parte de la sociedad, lo que lleva a que las artesanas dejen de ejercer. Además de lo anterior, también debemos mencionar que no es la única de las expresiones tradicionales en peligro de desaparecer. Frente a esta situación, la pregunta sería: ¿qué podemos hacer para prevenirlo? Un primer paso es ser conscientes de la historia en sus diferentes formas detrás de cada trabajo artesanal y darle el reconocimiento adecuado a la fuerza laboral y los conocimientos transmitidos de generación en generación.